Diario de una Bestia

Regreso al horno después de media noche, el único lugar donde soy libre, un reducido espacio rodeado por la tejedora.
La tejedora tiene mucha influencia en este lugar. Hasta los Nacidos Ferales como yo se encuentran bastante influenciados por tales “comodidades”. Encuentro eso repugnante.
Evado la vigilancia como él me enseño. Un gran guerrero caído en batalla. Pero Grifo nos ha enseñado que hasta los más fuertes pueden ser reclamados en batalla.
Apenas y pongo los dos pies en el suelo me deshago de los girones de la piel de tela y regreso a mi piel nativa. Camino al centro del Túmulo y dedico un aullido que retumba por las paredes metálicas y las bestias a lo lejos responden.
Si estuviera vivo entraría por el umbral y me golpearía la nariz con ese rollo de papel que cuenta las noticias de los Simios. Odiaba que me tratara como si fuera un perro, pero ya no está aquí para decirme que hacer.
Adiós hermano.