Trasfondo Duquesa Lucilla

Las tres estrellas

--- Trasfondo de mi personaje de Changeling the Lost.

Eran las cinco de la tarde según marcaba el gran reloj de ébano en la sala, con cada sonar del reloj anunciando la hora su corazón se aceleraba más y más. Ella era joven y vibrante, podía verse en su tés blanca un leve rubor cubriendo sus mejillas, resplandecía por el amor que habitaba en su corazón el cual estaba segura era verdadero.  

-¡Ha llegado Carlota!, ¡puedo asegurarlo! Ha llegado justo a tiempo, él esto do un caballero, como cada tarde viene a presentarle sus respetos, juraría por dios mismo que no hay hombre más enamorado en esta tierra, galante y seguro con sus pasos, como cada tarde abre las puertas de la mansión y la toma entre sus brazos, se ha entregado en cuerpo y alma, eso puede verse en la mirada…

-Pero ¿Qué me dices de su hacienda? Todos los caballeros de la primera avenida hablan acerca de sus negocios fallidos en el extranjero, todo el mundo comenta lo rápido que se ha olvidado de su antiguo amor por caer rendido a los brazos de la joven señorita.

-¿No estarás insinuando que…?

-Da igual, pues a menos que venda su alma para saldar sus negocios turbios, o se casa con ella o le rompen las piernas los acreedores...

Se había detenido al pie de la escalera, su puño estaba cerrado con fuerza sujetando el barandal. ¡Las haría echar!  Ambas jóvenes, Carlota y Claudette se habían caracterizado por ser las más impropias de la familia,  no lo toleraría más, no que levantaran infamias alrededor de él, su amado, el amor de su vida, el hombre que rodeaba su mente y habitaba su corazón.

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-No puedo pedirte que hagas eso Adrianne, no soportaría perderte así sea un demonio el que se lleve mi alma, el que me arrastre a los infiernos… pero si lo haces, te prometo que moveré cielo, mar y tierra mismo para traerte, es más fácil que sea así y ambos podremos estar juntos…

-¿Prometes entonces que recorrerás el camino de espinas por mi? ¿Ese del cual la criatura nos habló?  Júralo y te entregare mi corazón, mi alma, entregaré mi vida por ti si es así Benjamin…

-Te lo juro  Adrianne que no habrá más mujer para mi corazón que tu y mi alma no alcanzará reposo hasta traerte de vuelta…

El dolor de las espinas atravesando su alma era terrible, pero lo era más estar parada ahí frente a esa iglesia. Aun podía escuchar las risas de su captor sobre sus oídos, él lo sabía, sabía todo eso. Ella quería pensar que era uno de esos juegos que durante su estadía en arcadia le había plantado, que sus ojos no estaban viendo a Benjamin, el amor de su vida, el hombre por el que lo había dado todo casarse con una de ellas, con Claudette…

-No puedo más con el dolor… arráncalo de mi pecho por favor…

-Pero solo es algo que tú misma te buscaste mi querida Sirio…  pero ahora has vuelto a mí, el señor del universo, tsk… tsk… tsk.. ¿No lo entiendes? Me pertenecerás por siempre, claro que puedes volver a iluminar el cielo para el que te cree, pero ahora como castigo, tu condena será verlos, ver a esa persona por la que diste todo de tu vida ser feliz y faltar a esa promesa que te hizo… ¿Qué si lo sabía? Claro que lo sabia… es la parte del ser humano que más me atrae y divierte…

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-Sirio, ¿has estado aquí mucho tiempo?

-El suficiente, Polaris…

-Sirio… ¿Alguna vez te preguntas donde va cuando no está aquí?

-No, Polaris…

-Sirio, ¿Alguna vez te pones a pensar en lo que eras antes de convertirte en esto?.

-No, Polaris…

-Sirio… ¿Puedes recordar cómo era allá afuera? ¿Cómo eran los demás?

-Si, Polaris… inmundos y ruines, todo era una decadencia, no había menos tortura afuera de la que había aquí adentro. ¿Sabes? Allá había monstruos incluso peores que los que habitan aquí…

-Sirio, eso es muy triste, no todo el mundo era así, yo a veces pienso que puedo recordar, a veces, no creo que quiera estar aquí…

-¿Saben que es peligroso cierto? Que él las encuentre hablando de eso aquí.

-Tranquila Canopus, solo quería platicar con Sirio, ¿No la vez? Siempre está ahí, triste y observando ese pequeño planeta que esta bajó nosotros.

-Es verdad, ¿Qué vez en ese planeta, Sirio? Estas aquí desde antes que yo misma llegara y siempre observando ese lugar. Ahora somos hermanas, mientras estemos juntas, no tienes por qué sufrir…

Oh pero ella se equivocaba, el señor del universo siempre las observaba, su furia era tal que un día simplemente entre una lluvia de truenos y relámpagos decidió deshacerse de las tres estrellas;  todo era oscuridad cuando ellas dormían, tomadas de la mano las tres juntas se estremecieron al escuchar el primer rayo caer cerca de ellas.  Canopus, la más pequeña de las tres se abrazó con fuerza de sirio.

-Tenemos que salir de aquí – Dijo Polaris poniéndose frente a ellas, buscando a sus alrededores algo con lo que escapar de la oscuridad, de ese espacio donde las tenían guardadas. Pero sus hermanas tenían miedo.

La tormenta se había convertido en un agujero negro que llevaba a la nada, que comenzaba a absorber uno a uno los pequeños planetas y constelaciones a su alrededor.  Sirio era el soporte de las tres, por ser la más grande había logrado abrazarse a un cometa que iba de paso, Polaris la tomo de las faldas y seguido a esto Canopus se les unió.  Ellas eran dirigidas por a una velocidad sorprendente hasta el otro lado, pero el señor del universo no podía quedarse así; Polaris sintió solamente un rayo quemándole las faldas y el grito de Canopus al ser absorbida hacia el agujero negro.


Lloraban amargamente ambas frente a ese hombre brillante. No estaban más en aquel universo, no sabían muy bien donde estaban en esos momentos. El dolor de perder a Canopus era terrible, lo más doloroso que les había pasado en mucho tiempo.

-¡No puedo dejarlas ir sin un pago! Dejen de llorar y entréguenme algo ahora, ¿Quieren volver con el señor del Universo?  Él estará muy complacido de que devuelva a sus fugitivas!

-Pero no tenemos nada! ¿Qué no vez? ¡Nuestra hermana se ha ido! – Replicó Sirio-  ¿Qué quieres que te dé? No tengo nada.

-Tienen su brillo  - El hombrecillo se saboreo y froto sus manos recordando el aspecto de una mosca gigante ante un gran bocado de comida. – ¡Solo tienen 5 minutos! Oh creo que ya lo escucho venir!... -  El tiempo, el tiempo en ese lugar podía ser tan efímero como él quisiera, realmente ambas chicas habían perdido el sentido de lo que era realmente el tiempo en ese lugar, pero de alguna manera sirvió para presionarlas.

-¡Te daré el mío! Gritó Polaris, te daré mi brillo a cambio de nuestra libertad… tómalo o déjalo.

Y en un chasquido de dedos un nuevo agujero negro las había arrastrado hacia otro lugar. Sirio pensaba que todo había terminado, pero entonces volvió a sentirlo. Las espinas clavándose en su piel, en su alma. El dolor era más fuerte, era el dolor de mil corazones rotos.

Cuando abrió los ojos, todo había cambiado.  Podía reconocer los edificios aun con el paso del tiempo, conocía esas calles y aquel pueblo. Algo en ella se disparó y su corazón latió con fuerza al verse frente de aquella iglesia.  Buscó por doquier a Polaris pero no le encontró… la desesperación lleno su alma y el frio del invierno su corazón.